Seguramente has notado cómo en muchas tiendas de ropa, las tendencias son cada vez más cortas y la rotación de conjuntos y prendas es cada vez más veloz. A esto se le conoce en inglés como fast fashion o “moda rápida” y ofrece a los consumidores una gran variedad de opciones de ropa, usualmente hecha a un costo muy bajo y que imita las tendencias de la temporada.
A primera vista, los costos accesibles pueden parecer como algo bueno para la economía de los clientes. Sin embargo, los bajos estándares de calidad de producción de este tipo de ropa la vuelve desechable al poco tiempo y obliga al consumidor a comprar con más frecuencia.
En este ciclo vicioso, el planeta se lleva la peor parte, pues producir prendas fast fashion genera un costo medioambiental enorme. Tanto es así que, de acuerdo con un informe de la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), la moda es la segunda industria más contaminante de agua del mundo, solo después de la petrolera.
Ante esto, es importante conocer sobre las implicaciones de esta tendencia y entender cómo sí existen alternativas y soluciones amigables con el planeta.
La ropa fast fashion se realiza de manera masiva y a costos muy bajos, pero esto implica que una gran parte de la producción nunca se venderá o bien, pronto será desechada por el consumidor.
De cualquier forma, la ropa es desechada y termina en alguno de los muchos vertederos gigantes de ropa. Como es el caso del desierto de Atacama en Chile, al que las Naciones Unidas calificó de "emergencia medioambiental y social" para nuestro planeta.
La industria fast fashion representa hasta el 8% de las emisiones de carbono mundiales y también es culpable de una grave explotación de recursos naturales. Por ejemplo, tan solo para la producción de un par de pantalones de mezclilla, se necesitan alrededor de 7,500 litros de agua, según UN News.
De manera masiva, podemos imaginarnos la cantidad de recursos tanto hídricos como forestales, que se van agotando cada año.
No se puede negar que los precios bajos de la ropa fast fashion siguen motivando a los compradores. Si has notado el lugar en que se fabrica este tipo de ropa, no debería sorprenderte que en países como China, India o Bangladés, en los que las leyes ambientales no son tan estrictas, los desechos puedan ser arrojados directamente a ríos y lagos, contribuyendo a la contaminación del área.
A fin de cuentas, los bajos costos de producción y el consumo masivo solo incentiva estas prácticas, y oculta las condiciones de explotación en las que muchos trabajadores de estos países se encuentran.
Te presentamos algunas alternativas a la moda fast fashion, que nos demuestran maneras positivas de contribuir al cambio.
Sabemos que aún queda mucho por hacer para transformar la industria de la moda, pero estamos convencidos que nuestras acciones diarias pueden marcar la diferencia y dar un ejemplo al resto de nuestra sociedad.
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