En la era de crisis medioambiental en la que vivimos, las alianzas internacionales representan una oportunidad crucial para impulsar la sostenibilidad y la responsabilidad social.
Aunque pueda parecernos lejana, la Unión Europea es fundamental en todo esto, pues cada país perteneciente tiene la capacidad de generar un verdadero cambio en nuestro planeta. Seguramente sus líderes y representantes piensan lo mismo, pues en años recientes han diseñado el Reglamento de Taxonomía, que básicamente establece seis objetivos generales para promover la sostenibilidad y detener el impacto del cambio climático.
¿Habías oído hablar de ellos o quieres saber en qué consisten y por qué son tan importantes? Aquí podrás descubrirlo, leyendo este artículo sobre cómo la Unión Europea promueve la sostenibilidad y refleja los esfuerzos de muchos países más en todo el mundo.
En junio del 2020, en plena pandemia del COVID-19, la Unión Europea adoptó el Reglamento de Taxonomía, como parte de sus Estrategias de Finanzas Sostenibles. La Taxonomía es una clasificación de las actividades económicas para determinar en qué medida son sostenibles y servir de marco de referencia a las empresas e inversores.
Los objetivos que traza la Unión Europea en la taxonomía son vitales pues facilitan el involucramiento efectivo de las empresas en el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible. La mayor parte de la comunidad científica internacional ya lo ha advertido: no podemos seguir esperando crecimiento económico sin políticas ambientales más estrictas.
Pero, ¿regular el crecimiento económico no supondría un retroceso? En realidad no, si se toma en cuenta que se ha comprobado que el desarrollo económico sostenible es posible y más benéfico para garantizar la calidad de vida y el bienestar de las personas.
Podemos pensar en los objetivos que componen la taxonomía como ejes que, al combinarse, conforman una política integral hacia la sostenibilidad:
Las empresas cumplen con este objetivo si contribuyen significativamente a estabilizar la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Esto puede ser ya sea mediante la reducción de las emisiones o la innovación de procesos que permitan su absorción.
Algunos de los objetivos específicos que las empresas pueden implementar son la eficiencia energética, el aumento de la movilidad limpia, el uso de materiales sostenibles y energías renovables, entre otros.
Se trata de proponer soluciones que prevengan o reduzcan los efectos adversos del cambio climático en la naturaleza y la sociedad. Es importante recalcar que estas acciones deben beneficiar al mayor grupo de personas o formas de vida posibles, y debe evitar a toda costa perjudicar a otros en el proceso.
Consiste en prevenir o reducir las emisiones de gases contaminantes, que no sean de efecto invernadero, a la atmósfera, el agua o la tierra, así como otros residuos nocivos. Con ello, se pretende mejorar las condiciones del medio ambiente y, por extensión, la calidad de vida de las personas.
Este objetivo te hará recordar la “Regla de las Tres Erres”, excepto que estas se refieren a un cambio de escala e impacto mayor. Las empresas se deben comprometer a reducir los recursos utilizados, para prevenir los desechos y utilizar métodos innovadores para reutilizar y reciclar los recursos que ya tienen.
Se llama “economía circular”, pues alude a ampliar la duración del ciclo de vida de las cosas y volver más sostenible cada etapa de la producción y el consumo.
Este objetivo se centra en el cuidado de los mantos acuíferos, suponiendo la mayor parte de la composición de nuestro planeta.
Como tal, se enfoca en preservar el recurso vital del agua y el acceso de este recurso a toda la población; el bienestar de la flora y fauna marinas, y prevenir desastres como las sequías e inundaciones.
Finalmente, con este objetivo se busca proteger, restaurar y conservar la biodiversidad y los ecosistemas del mundo. Algunas acciones más específicas incluyen el uso y gestión sostenible de la tierra y los bosques, así como las prácticas agrícolas sostenibles.
En resumen, la taxonomía tiene el propósito de:
Reorientar los flujos de capital hacia inversiones más sostenibles.
Crear seguridad en los inversores y alejarlos de inversiones de tipo greenwashing.
Prevenir la fragmentación del mercado.
Sentar un precedente de desarrollo económico para el futuro.
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