La corrupción es un fenómeno social en el que se irrumpen con los códigos legales, morales y éticos establecidos; ya sea por un tema cultural o no, lo cierto es que hoy en día la corrupción está presente en todos los ámbitos de gobierno y ha permeado hasta las fibras más sensibles del actuar cotidiano en nuestro país.
La corrupción como tal no está tipificada en México como delito, sin embargo, ciertas actividades como tráfico de influencias, lavado de dinero, abuso de autoridad, entre otras si se encuentran enunciadas dentro de las leyes penales tanto federales como estatales e incluso en algunos casos castigada con cárcel.
Pero ¿qué hace a la corrupción un tema tan trascendental para la sociedad? La corrupción no es exclusiva de los países latinoamericanos, sino que está presente en todas las sociedades, y es un fenómeno social bastante complejo cuya acepción etimológica se asemeja a la putrefacción; no solo se trata de un tema legal, sino que va más allá ya que llega a la moralidad de los individuos pues quebranta los códigos de conducta preestablecidos y trastorna la armónica convivencia que debe existir en una sociedad.
En nuestro país cada vez es más común escuchar sobre un escándalo de corrupción tanto en el ámbito público como en el privado, en nuestro andar cotidiano ya es natural ver alguna nota periodística referente al enriquecimiento ilícito de un funcionario público, casos como le Odebrecht, la Casa Blanca, entre otros han sacudido la opinión pública y hacen cada vez más evidente que algo en nuestra estructura social se ha roto: la confianza en la autoridad.
Es imperioso contar con expertos en Administración Pública con formación de excelencia tanto académica como humana, con amplia sensibilidad para atender las necesidades sociales, cuyo principal objetivo sea construir una sociedad más justa y equitativa, que vayan contra corriente y disipen la cultura de sobornos e influencias.
De acuerdo con el Banco Mundial, se estima que el fenómeno de corrupción le cuesta a México lo equivalente al 9% del PIB, eso podría responder a la reiterada interrogante de porque nuestro país, siendo tan rico en recursos naturales, sigue siendo tercer mundista y donde 4 de cada 10 habitantes se encuentran en situación de pobreza.
Para combatir la corrupción no solo se necesitan leyes que penalicen esta acción, sino al ser tema cultural debe atacarse de tajo, con formación cívica en todos los niveles de educación, con funcionarios públicos audaces que no teman iniciar procesos contra sus homólogos, que no caigan en este círculo vicioso y guíen su actuar en base a la ética y respeto a los códigos sociales tanto legales como morales.
Un experto en Administración Pública formado con sólidos conocimientos y sentimiento humano, es lo que toda organización pública o privada necesita para el combate a la corrupción, fortaleciendo una cultura de respeto a las normas establecidas y ejerciendo un auténtico liderazgo dentro de las compañías.